Lo que quiero defender es esa experiencia muy remota, que comenzó cuando era muy niño sin saberlo, empezó a tomar sentido y en el fondo es como meter la sangre de uno en las ideas. Porque en distintos espacios en los que estuve cuestioné ciertos conceptos o ideas, que comenzaron a hacer ruido en mi forma de concebir la política y hacer política. Para compartir lo que me fue sucediendo les dejo una pregunta: si hablamos de estatizar bienes públicos, como el agua, ¿de qué estado estamos hablando? ¿de un estado mononacional? ¿de un estado plurinacional? ¿quién tendrá propiedad sobre ese bien? ¿un poder localizado en el centro del país? ¿un poder distribuido en los territorios? Esas preguntas me fui planteando, y esas interrogantes me llevaron a cuestionar si yo compartía esos lineamientos de un estado nación centralizado y a la visión centralista de la política en general.
Empecé a participar en política en mi adolescencia, fui militante de las juventudes comunistas y ahí tuve mis primeros aprendizajes y mis primeras luchas. Fui parte del movimiento pingüino y la lucha por una educación gratuita y de calidad. En el periodo que estudié en la universidad, también me involucré en actividades estudiantiles y me vinculé con compañeros y compañeras y empezamos a conformar, quizás sin saberlo, una forma de trabajo y de hacer que se expresa en el quehacer del colectivo al que pertenezco hoy.
Me preguntan cómo es trabajar y militar con mujeres. Lo que puedo decir es que, en el trabajo con mujeres, con mis compañeras y con las dirigentes de comunidades, me sorprende que igual son como mucho más pila que los hombres en realidad, esa es una de las cosas que he visto o por lo menos de experiencia, no he conocido tanto otros compañeros que sean igual, pero por lo menos de mi experiencia, son muy pila, son muy del hacer. Esa es una de las cosas yo creo que igual aprendo harto con ellas en ese sentido del compromiso, de hacer las cosas.
Ahí se inició otro periodo de mi participación o activismo político, asociado a la militancia social y a la demanda territorial. Esta militancia se fue consolidando en el contacto con dirigentes, hombres y mujeres, que fui conociendo en la movilización y que me inspiraron a acompañarlos y ser parte de ese movimiento, defendiendo lo propio… entonces en ese momento me decidí por la geografía. Porque lo vi como una herramienta técnica o que podría manejar cuestiones técnicas para el día de mañana asesorar o acompañar estos procesos de lucha que también necesitan de estos equipos. Así que en virtud de esa necesidad que vi me empecé a formar profesionalmente y me di cuenta de que me gustó.