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Ruben: Por qué estamos aquí.

Ruben: Por qué estamos aquí.

¿Qué estamos haciendo las juventudes para incidir en la discusión y generación de políticas públicas para el bienestar socioambiental a nivel local, país e internacional? Creo que desde hace unos años las juventudes estamos protagonizando distintas iniciativas para ver los cambios que queremos ver en el mundo. En el caso medioambiental, puedo verlo tanto a nivel macroterritorial o internacional, como a nivel nacional, microterritorial o de territorios en específico. Muchas voluntades están involucrándose en pos de la protección del medioambiente, y la principal limitante es que a veces el paradigma imperante del adultocentrismo, que subestima las motivaciones de las juventudes e infancias, no hace reales esfuerzos por integrar estas visiones o para generar mecanismos de participación intergeneracionales.



Para mí Greta Thunberg fue una gran referente, me impresionaba mucho que siendo tan joven fuera considerada para el premio Nobel de la Paz, que diera discursos ante la ONU, ante presidentes de diversos países, que recorriera distintas regiones a nivel mundial esparciendo su mensaje para salvar el planeta, y que tuviera mi misma edad. También pienso en mis compeñeres y amigues de mis distintas organizaciones, que entregan su tiempo y trabajo para la construcción de un mundo con mayor justicia ambiental. El Seba Benfeld, por ejemplo, fundador y coordinador de Escazú Ahora Chile, que fue reconocido en la IV° Cumbre de Jóvenes Activistas de la ONU por su trabajo como joven activista por la construcción de un mundo más inclusivo e igualitario.


Como espacios de participación relevantes en mi trayectoria como activista muchos se me vienen a la cabeza. Pienso en lo que logramos en mi colegio con el Estallido Social. Yo tenía 16 años e iba en tercero medio y vivía en una ciudad pequeña donde jamás hubo movilizaciones hasta esa momento. En mi colegio entre compañeres empezamos a generar nuestros propios espacios de reflexión, salíamos a marchar con los otros colegios de la ciudad; hubo mucha concientización de problemáticas sociales vigentes y sobre la violación sistemática de los derechos humanos que estaba ocurriendo en ese período. También los temas medioambientales cobraron harta relevancia. Pienso además, en las organizaciones en las que he participado; Juventudes COP Chile y Escazú Ahora Chile. El espacio virtual es también una esfera crucial pues nos permite la reunión y el encuentro, la visibilización de temáticas relevantes para el activismo medioambiental, la organización de acciones colectivas masivas. Las redes y la internet son muy importantes para educarnos y educar a otres.


Mi activismo tiene como foco la protección del medioambiente y la defensa de los derechos humanos para el bienestar social integral. Si bien podría poner esta energía en otras causas o movimientos, incluso en determinados partidos, creo que el tema ambiental es transversal y necesita gente que esté negociando constantemente con distintas facciones políticas para llegar a un objetivo final que es el bienestar del planeta, los ecosistemas, las comunidades y las personas. Eso es lo que me llama y me apasiona. Es una causa política desafiante para quienes quieren adherir a él. Requiere de nosotros, el desarrollo de determinadas habilidades y conocimientos, por ejemplo: desarrollar el pensamiento crítico; saber investigar sobre temas específicos y poder posicionar ciertas demandas; comprender la diversidad de contextos sociales, culturales y ambientales, y desde ahí pensar y actuar estratégicamente; nos demanda también, tener apertura al diálogo, a la hora de generar redes y articularse con otras organizaciones y personas que quizás tienen una ideología política completamente opuesta a la tuya. Ser un activista ambiental también supone ser humilde y tener la capacidad de reconocer errores y tratar de enmendar y reparar a las personas a las que pudo haber afectado, y ser asertivo al momento de comunicarse con otres. Por último, luchar por esta causa también nos desafía en términos de balancear los tiempos propios para el trabajo activista, los estudios, la recreación, la vida social y familiar, ya que es importante estar bien emocional y psicológicamente.

También está la habilidad de saber cuándo es el momento propicio para accionar, porque los tiempos para levantar una convocatoria o para hacer difusión de determinados mensajes son muy específicos, y puede pasar que nos adelantemos o nos demoremos mucho y eso implicará que lo que queremos comunicar tenga poco alcance de incidencia. Por ejemplo, al momento de cubrir eventos internacionales como las COP o todo lo que pasó desde la firma del Acuerdo de Escazú en Chile hasta su ratificación, nos requirió de acciones muy precisas: reunirnos semanalmente vía Zoom; investigar a nivel legislativo, científico y social sobre las repercusiones de firmar, aprobar y ratificar el Acuerdo de Escazú en Chile; discutir a nivel de equipo sobre lo investigado y redactar una propuesta; asistir presencial o virtualmente a las reuniones de los países; tomarnos el tiempo de presentar nuestra propuesta frente a los actores políticos partícipes de las negociaciones; elaborar continuamente material informativo para redes sociales sobre todo el proceso; continuar con la alianza estratégica con las más de 200 organizaciones que fueron parte de nuestra campaña, organizando acciones masivas como los tuitazos; y aparecer en medios masivos de comunicación para discutir sobre las implicancias del acuerdo.